Contrario a las expectativas, la última morada de Griselda Blanco no ostenta lujos. La bioserie ha suscitado controversias al ser acusada de hacer apología de la violencia y reforzar estereotipos colombianos, pero el interés por visitar la tumba de la narcotraficante, asesinada en 2012, ha crecido notablemente.
Griselda Blanco encontró su fin cerca de la carnicería Cardiso, en Medellín, cuando un sicario le arrebató la vida de dos disparos en la cabeza, huyendo después en su motocicleta. Después de los trámites legales pertinentes, la familia de Blanco la sepultó en el cementerio Jardines Montesacro en Itagüí, Colombia. Cabe destacar que su última morada está a escasos pasos de la tumba de otro infame personaje, Pablo Escobar.
A pesar de las críticas al "narcoturismo" en Colombia, la curiosidad en torno a la ubicación de la tumba de Griselda Blanco ha contribuido al aumento del turismo en el cementerio. La simple lápida de mármol gris, alejada de los lujos que caracterizaban la vida de la delincuente, se ha convertido en un punto de atracción para cientos de visitantes diarios. La distancia de poco más de 100 pasos entre la tumba de Blanco y la de Escobar agrega un elemento adicional a la intrigante visita.
La sencillez de la tumba de Griselda Blanco contrasta con la opulencia que solía disfrutar durante su liderazgo en el tráfico de cocaína en Colombia. El aumento significativo en la afluencia de visitantes al cementerio Montesacro, ubicado en Itagui, Antioquia, se atribuye en gran medida al estreno de la serie en Netflix, transformando el lugar en un punto de interés para los aficionados a la historia del crimen.
En conclusión, la tumba de Griselda Blanco se ha convertido en un destino de "narcoperegrinaje" inesperado, revelando la fascinación pública por los personajes oscuros y su legado, incluso después de la muerte. Aunque las opiniones sobre la serie puedan ser polarizadas, no cabe duda de que ha reavivado el interés en la historia de esta infame figura del crimen.
Tomado de: www.lamega.com
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